LA NUEVA POLÍTICA INTERNACIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN TRUMP
Cuando el mundo, y especialmente Europa, aún se encuentra convaleciente de la resaca provocada por el huracán Brexit, la humanidad se enfrenta a otro fenómeno inesperado de la naturaleza, el “tsunami Trump”.
Sería demasiado aventurado vaticinar el devenir de la futura política internacional de la nueva administración Trump, especialmente cuando ésta se ha puesto en manos de Rex W. Tillerson, CEO de la cuarta mayor empresa del mundo, Exxon Mobil, con una agenda personal que muchos países envidiarían. No obstante, y aunque el presidente electo trata de hacer guiños hacia el ala dura de su partido para tratar de conseguir el apoyo de su partido en ambas cámaras del Congreso donde actualmente los republicanos ostentan la mayoría, se puede hacer una valoración de la futura política internacional que llevará a cabo la administración Trump haciendo un análisis de su discurso durante la precampaña y la posterior campaña electoral. Si bien cabe recodar que, como buen hombre de negocios, la improvisación es una de sus características.
1. Asia-Pacífico
Si la saliente Administración Obama se ha caracterizado por su política pivot o rebalance desde Europa hacia Asia-Pacífico, con la intención de buscar el mayor número de aliados en la zona con la que poder ejercer una efectiva contención ante su principal amenaza en la zona, China, la administración Trump se puede caracterizar por perder el liderazgo en esta región de relevante interés económico y comercial, no solo para EE.UU., sino para el resto del mundo.
Trump no llega en el mejor momento, ni parece tener intención de utilizar su principal herramienta soft power, el recientemente firmado Tratado de Asociación Transpacífico (TPP).
Foto: Países miembros del TPP
Su influencia sobre uno de sus principales socios en la zona, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), se ve amenazada tras los recientes desaires del presidente filipino, Rodrigo Duterte, al presidente Barack Obama y a EE.UU. Así como a los últimos encuentros entre el presidente chino, Xi Jinping, y los presidentes de Malasia y Taiwán, este último de especial relevancia dada la disputa histórica que mantienen ambos países.
No cabe duda de que la ASEAN está virando rápidamente hacia China, lo que puede alterar considerablemente la relaciones estadounidenses con sus principales aliados asiáticos, Japón y Corea del Sur, y el devenir de las disputas territoriales en torno al mar del Sur y de la China Oriental, donde existen unas importantes reservas de gas y petróleo, e importantes bancos de pesca.
Respecto al TPP, el presidente electo ha prometido retirarse del tratado para tratar de buscar acuerdos bilaterales que beneficien más a EE.UU. No obstante, el resto de países, asiáticos, australes y americanos, no están dispuestos a deshacer el camino recorrido, y algunos de ellos han encontrado en China al mejor sustituto para reemplazar a EE.UU. tras su posible salida. De confirmarse, podría suponer una importante victoria para China en el contexto regional e internacional, pues conseguiría la supremacía comercial y política de esta región en auge.
Así las cosas, y sin el favor de sus aliados en el sudeste asiático, la Séptima Flota del Mando Estadounidense del Pacífico (USPACOM) tendría complicado ejercer una efectiva contención ante China, siendo relegado a un mero observador en la zona. Una zona en la que poco a poco dejaría de tener poder de decisión.
Foto: Fuerzas EE.UU. en Asia-Pacífico
2. Iberoamérica
Uno de los puntos centrales del discurso del presidente electo durante su campaña ha sido su desprecio hacia el mundo iberoamericano, y especialmente hacia México.
Esta oportunidad no pasaría inadvertida para otras potencias con intereses políticos, económicos y comerciales en la zona como Rusia, China o Europa. Una disminución del interés estadounidense en la zona favorecería los intereses de los países del nuevo eje bolivariano, quienes encontrarían rápidamente apoyo en China y Rusia.
Con la muerte del dictador cubano, Fidel Castro, una nueva etapa se abre para Cuba. Los esfuerzos realizados durante los últimos años de la administración Obama podrían haber sido en balde, aunque la isla podría encontrar apoyo en Rusia como ya lo hiciera en el pasado, algo en lo que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha estado trabajando últimamente.
Los países iberoamericanos pertenecientes al TPP (Chile, México y Perú) ya han manifestado su intención de continuar con el tratado, y coqueteado con la idea de sumar a China a esta importante iniciativa económica y comercial. No sería de extrañar que los lazos de amistad y cooperación se ampliasen a las escenas de política y defensa, lo que provocaría un posible confinamiento de EE.UU. por el Sur y el Oeste.
Con Chile y Perú dentro del TPP, el MERCOSUR podría buscar una integración dentro del anterior para convertir a éstos en el mayor acuerdo comercial del mundo. El posible comienzo del fin de la Doctrina Monroe.
Aún se desconoce la postura de Donald J. Trump respecto a Puerto Rico, quién acaba de elegir nuevo gobernador, Ricardo Rosselló. El político puertorriqueño pretende convertir a esta colonia en el 51º estado de la unión, pero de ver frustradas sus aspiraciones, podría buscar cobijo allí donde su deteriorada economía encuentre algo de calor.
3. Rusia
No hay lugar a duda respecto de la admiración que profesa el presidente electo hacia su homólogo ruso, Vladimir Putin.
La victoria de Donald J. Trump ha sido un soplo de aire fresco para el presidente ruso, quién ha encontrado en la administración del presidente saliente, Barack Obama, a su más acérrimo enemigo.
La llegada de Trump a la Casa Blanca y el nombramiento de Rex Tillerson como nuevo Secretario de Estado puede suponer un viraje en la cuestión siria y ucrania, así como en un levantamiento o flexibilización de las sanciones impuestas a Rusia tras la anexión de Crimea en 2014. Habrá que ver si finalmente el futuro presidente Trump reconoce la anexión de Crimea y la continuidad de Bashar al-Asad al frente de Siria para analizar las relaciones que pueden tener a partir del 20 de enero EE.UU. y Rusia. A sabiendas de que toda concesión a Rusia va en detrimento de los intereses europeos, quienes ven amenazadas sus fronteras orientales tras los últimos acontecimientos en Moldavia y Bulgaria , donde sus nuevos gobiernos se declaran abiertamente pro rusos.
Puesto que Donald J. Trump se ha mostrado defensor de potenciar la capacidad militar nuclear de EE.UU. y su escudo anti-misiles, uno de los principales puntos de fricción entre Washington y Moscú, no sería descabellado pensar en que, a fin de mejorar las relaciones, la nueva administración invirtiera el creciente apoyo de EE.UU. a los países del este de Europa, y especialmente del Báltico, disminuyendo el número de tropas y ejercicios en la zona.
4. Oriente Medio
Una de las proclamas electorales más importantes que ha realizado el presidente electo Donald J. Trump ha sido su manifiesto deseo de combatir con dureza al Daesh, y su antipatía por los musulmanes.
No cabe duda de que tales afirmaciones afectarán directamente a la región de Oriente Medio y a los actores presentes en la zona. Trump, detractor confeso del Tratado de París contra el cambio climático, pretende revigorizar la industria del fracking de EE.UU. para devolver la grandeza a un país que, desde los acuerdos de “seguridad por petróleo” firmados en 1945 a bordo del crucero USS Quincy entre el entonces presidente de EE.UU., Franklin D. Roosevelt, y el rey saudí, Abdelaziz bin Saud, ha sido dependiente del oro negro de sus aliados en el Golfo.
El nuevo presidente sabe perfectamente que la industria del fracking solamente es rentable con un precio por barril superior a los 40$, por lo que si pretende convertir a EE.UU. en el nuevo proveedor de energía del S. XXI solo caben dos opciones, luchar contra las políticas medioambientales impulsadas por el Tratado de París y mantener los precios del crudo por encima de los 40$, algo que únicamente se consigue recortando la producción de los países de la OPEC, principalmente las potencias petrolíferas del Golfo Arábigo, o influyendo sobre los precios que adopten. Ambas dos pasan, ineludiblemente, por mantener la inestabilidad en la zona.
Para ello, tratará de hacer valer su promesa electoral de revocar el acuerdo firmado con Irán. Un asunto para el que cuenta con el apoyo de dos nuevas incorporaciones, Michael Flynn y Mike Pompeo, quién afirmó recientemente que “Extender las sanciones sobre los programas de armamento de Irán es vital para proteger a EE.UU. Volver a autorizar prohibiciones existentes por otros diez años provee al presidente electo Trump y al Congreso una fundación sólida desde la que perseguir una acción adicional contra la República Islámica de Irán. Tengo muchas ganas de trabajar con Trump y mis colegas en las próximas semanas y meses para proteger a nuestra nación”.
5. África
Donald J. Trump ha prometido durante toda su campaña la intención de librar una lucha sin cuartel contra el terrorismo yihadista.
Con Rusia completamente inmiscuida en Siria, e Israel como extensión de la Pax Americana en la región de Oriente Medio, donde recientemente acaba de llevar a cabo su primer ataque contra terroristas del Daesh en territorio sirio , no sería desdeñable pensar que la nueva administración Trump centre su objetivo en África, donde actualmente existen estados fallidos o débiles controlados total o parcialmente por grupos terroristas yihadistas. Estos países, que se extienden desde el Golfo de Guinea hasta el Océano Índico, y hasta el Mediterráneo por el norte, ejercen el control o la presión sobre zonas de trascendente interés energético para Europa, bien por ser zonas de extracción o paso de recursos energéticos.
África es una fuente inagotable de recursos donde EE.UU. ha mantenido una posición privilegiada desde el comienzo de los movimientos descolonizadores que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, pero donde en los últimos años ha ido cediendo terreno a una China sedienta de materias primas con la que alimentar su creciente industria manufacturera.
Es posible que EE.UU. trate de recuperar el terreno perdido en la escena política africana en detrimento de China, quién durante los últimos años ha contribuido a golpe de talonario a financiar infraestructuras civiles que poco han beneficiado a las masas trabajadoras de los países africanos en los que ha desembarcado.
Para conseguirlo, tendrá que combatir los diferentes focos de terrorismo que existen en los distintos países, y fortalecer las estructuras democráticas a través de la colaboración con los gobiernos afectados. Nigeria, Mali, Argelia, Marruecos, Túnez, Libia, Sudán, Níger o Somalia son solo algunos de estos ejemplos.
6. Europa
El viejo continente también ha sido objeto directo en los discursos electorales del presidente electo. No ha dudado en advertir a Europa de que la seguridad tiene un precio, y que ésta debe estar dispuesta a asumir su parte proporcional de los costes.
EE.UU. dejó patente a sus socios europeos en la Cumbre de Gales de 2014 la necesidad de un aumento en el gasto destinado a Defensa. Ese aumento se cifró en un mínimo de un 2% del PIB de cada uno de los países, pero solo han cumplido con sus compromisos tres países europeos pertenecientes a la Alianza Atlántica.
Donald J. Trump no es un defensor de la OTAN, aunque no contará con el apoyo dentro de su propio partido para tratar de desligarse de esta. No obstante, es posible, de fructificar las nuevas relaciones con el Presidente ruso, Vladimir Putin, que disminuya el número de tropas estadounidenses en territorio europeo, especialmente en los países del Este.
Respecto a la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), es probable que lo deje morir. Más si cabe teniendo en cuenta que el acuerdo suscita el rechazo de algunos países del viejo continente.
En el terreno político, es probable que el presidente electo de los EE.UU. apoye a los nuevos partidos populistas y nacionalistas de extrema derecha del viejo continente. Con las elecciones próximas de Alemania, Austria, Francia y Países Bajos, y con la crisis de identidad europea acuciada por otra crisis, la migratoria, es posible que alguno de estos partidos alcance el gobierno y trate de seguir los pasos del Reino Unido.
A Europa se le abriría una vía de agua en la línea de flotación que podría dar lugar a una inundación de grandes proporciones. Está por ver si las nuevas y apresuradas iniciativas puestas sobre la mesa por la Alta Representante, y secundadas por los principales países de la UE, consiguen calmar los ánimos en el viejo continente.
A Europa se le han abierto importantes frentes por el Sur y por el Este. Sin la ayuda estadounidense en el marco de la OTAN, no le queda otra opción que el fortalecimiento de su estructura de seguridad y defensa.
7. China
Sin lugar a dudas, China ha ocupado el centro de todas las miradas de Donald J. Trump en la escena internacional. Al país asiático, segunda potencia económica del mundo, el presidente electo le achaca gran parte de la decadencia industrial, económica y social que han sufrido durante los últimos años EE.UU.
Si bien una de sus promesas electorales ha sido la imposición de elevados aranceles a las importaciones chinas y la carga impositiva contra las empresas estadounidenses que fabriquen en el país asiático, habrá que esperar a ver qué decisión se adopta a partir del 20 de enero de 2017 con el principal acreedor de EE.UU.. La elevada exposición de la economía estadounidense a los fondos soberanos chinos quizás no faciliten la promesa proteccionista del presidente electo tal y como ha hecho saber a sus electores.
EE.UU. ha ido perdiendo peso en la escena internacional en detrimento del gigante asiático, pero no cabe duda de que el proteccionismo y aislacionismo que pretende llevar a cabo la nueva administración no será más que una herramienta a favor de las pretensiones chinas en el mundo. Este proteccionismo y aislacionismo que pretende llevar a cabo en nuevo presidente dejará vacíos de poder en las diferentes regiones del mundo, que pronto China se apresurará en rellenar.
Cabe mencionar, por su importancia, los acuerdos bilaterales de Seguridad y Defensa con los países de la ASEAN, Japón y Corea del Sur. Los acuerdos con la EU en el marco de la OTAN, o los acuerdos bilaterales contraídos con algunos países del patio trasero estadounidense.
Foto: Miembros ASEAN
En la región Asia-Pacífico, la cual se postula como eje económico a partir de 2030, se ha visto a Filipinas y Malasia virar hacia su vecino del norte, mientras que Japón acaba estudia reevaluar sus relaciones con Rusia y someter a referéndum el viejo acuerdo con EE.UU. por el que se limitaba su fuerza militar. Con un EE.UU. en retirada, Japón podría ver amenazado sus contenciosos insulares con Rusia y China, lo que le obligaría a reforzar su músculo militar y buscar nuevos aliados como India.
Veremos la presión que se ejerce en el Mar del Sur de China en los próximos meses por parte de China y EE.UU. para poder continuar analizando las intenciones de unos y otros en la región. El reciente apresamiento de un USV norteamericano por parte de la marina de China no alberga muchas esperanzas de paz duradera en la zona.
Mientras, en la región oriental del Pacífico y Latinoamérica, es muy probable que China intentare suplir el vacío político y económico que pudiere dejar EE.UU., y el ya patente perpetrado por Venezuela. Tras el fallecimiento del “Padre de la Revolución”, Fidel Castro, y con una Venezuela mermada por su crisis económica y social, China podría convertirse en el nuevo apoyo de los regímenes bolivarianos de América Latina, así como en el nuevo socio económico y comercial del nuevo TPP.
Volviendo a Europa, tras la derrota de la iniciativa del TTIP impulsada por el presidente saliente, Barack Obama, y la posible retirada de apoyo de EE.UU. en el marco de la OTAN, es posible que la UE pudiera volver sus miradas hacia China y su nuevo proyecto de “La Nueva Ruta de la Seda”.
8. Conclusiones.
Aunque inicialmente se presenta un programa de gobierno que amenaza grandes y profundos cambios en la escena internacional, habrá que esperar al resultado de los primeros 100 días en el Gobierno para ver cuál va a ser el camino real a seguir en la escena internacional, y que grado de aceptación tendrán las iniciativas del nuevo presidente entre las mayorías republicanas de la Cámara de Representantes y el Senado.
El nombramiento del CEO de Exxon Mobil, Rex Tillerson, y su estrecha relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, nos deja entrever un posible cambio de importante calado en las relaciones con Rusia y, por ende, con sus aliados y enemigos.
Sea como fuere, parece patente el sentimiento de la nueva administración hacia la comunidad de Iberoamérica, China, Rusia, Oriente Medio y la OTAN.
Un nuevo orden mundial se está gestando desde comienzos de siglo, y Donald J. Trump parece decidido a acelerar esta transición.
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