Lorient: la base de submarinos.
En 1940, con la invasión de Francia, la Kriegsmarine obtenía uno de sus objetivos estratégicos: bases en el Atlántico. Disponer de enclaves en la costa atlántica francesa evitaba el arriesgado tránsito alrededor de las islas británicas para sus submarinos. Ciudades como Brest, Lorient, St. Nazaire, La Rochelle o Burdeos fueron espectadoras, hasta los últimos días de la guerra, de la entrada y salida del arma más temida por los aliados: los U-Boat.
Hace algunos meses, uno de los editores de esta página ha tenido la oportunidad de visitar Lorient, en la Bretaña francesa. Con escaso atractivo turístico, la ciudad es un imán para todo entusiasta de la II Guerra Mundial. En su puerto se levanta una estructura tosca de hormigón, dirigida a proteger de los bombardeos aliados el arma más preciada de Doenitz, sus submarinos.
Hoy en día, los llamados búnkeres de Keroman alojan un centro de práctica de vela, con exclusivos astilleros dedicados a este deporte ocupando los anitguos diques de submarinos. Incluso se ha publicado recientemente que serán utilizados para obtener energía solar, con la instalación de una serie de paneles solares en sus tejados. Pero la realidad es que Lorient alberga una obra maestra de la ingeniería militar.
Construidos por obreros franceses, los búnkeres K1, K2, K3 y el inconcluso K4 eran capaces de albergar hasta 30 submarinos. La presencia de esta fuerza de submarinos en la ciudad convirtió a Lorient en el objetivo de numerosos bombardeos aliados, que incapaces de destruir los búnkeres, decidieron acabar con la mano de obra forzosa de los alemanes: los habitantes de Lorient y sus viviendas. Las más de 60.000 bombas incendiarias lanzadas sobre la ciudad son la razón por la que Lorient no es en absoluto un centro turístico, a diferencia de otras muchas poblaciones bretonas, sino más bien una ciudad reconstruida con prisa tras la posguerra.
La base fue utilizada por la Marine Nationale francesa hasta 1997, y renombrada Base Ingeniero Stosskopf, un francés germanoparlante que actuó como director de las obras de construcción de los búnkeres mientras ofrecía a la resistencia valiosísima información sobre los movimientos de los submarinos alemanes.
En la actualidad, además de “La ciudad de la vela”, la base Keroman alberga el submarino museo Flore, un museo sobre métodos de supervivencia en un submarino, y la posibilidad de visitar el interior de algunos de los búnkeres Keroman, aunque lo cierto es que uno puede campar a sus anchas por los diques para submarinos sin que nadie se interponga en su camino.
A pocos kilómetros, en un lugar llamado Larmor-Plage, se levanta una bonita mansión hoy día propiedad de la marina francesa: Villa Kerillón fue la sede del Cuartel General de Doenitz en Lorient hasta 1942, momento en que la acción de los comandos británicos en St. Nazaire aconsejó trasladar al Almirante a París. Rodeada de búnkeres, resistió a los bombardeos y sirvió como centro de mando de quién se convertiría en el líder de la Alemania nazi tras el suicidio de Hitler.