Potenciando la Armada en diez cómodos pasos. Fase III: La necesidad de una segunda cubierta.
Retomamos con esta tercera entrega nuestra serie de propuestas para potenciar la Armada Española. Las últimas semanas han sido bastante intensas en el ‘trabajo’ y no hemos podido dedicarle todo el tiempo que nos gustaría a nuestra página. Así que lo primero, antes de entrar en materia, es disculparnos por este retraso.
Si has decidido seguir leyendo hay dos opciones: das nuestras disculpas por aceptadas o sientes una irrefrenable curiosidad por saber porque España necesita una segunda cubierta. En anteriores episodios abordamos la necesidad de resucitar el Arma Submarina y de modernizar la Flotilla de Aeronaves. Hoy toca hablar de una de las reclamaciones históricas de nuestra Armada: la necesidad de una segunda cubierta.
Nunca estuvimos más cerca de conseguirlo que aquel 30 de septiembre de 2010 en que el ‘Juan Carlos I’ se entregaba a la Armada. Por aquel entonces, a nuestro buque insignia, el portaaviones ‘Príncipe de Asturias’ todavía le quedaba mucha vida por delante. O eso creíamos los más optimistas. Apenas dos años y medio después el sueño acababa, y nuestro R-11 era despedido a su salida de la Base Naval de Rota, rumbo a Ferrol, por el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y Grecia, y el Ministro de Defensa Pedro Morenés.
La razón para su prematura baja -apenas llevaba 25 años en servicio- fue la falta de fondos para la modernización del buque, por otro lado más que necesaria. Es necesario admitirlo: no era un barco barato de mantener ni de operar. La leyenda decía que para una prueba de arranque de sus turbinas se consumían 6.000 € de combustible. Pero ¿era necesario?.
Desde luego, el hecho de disponer de portaaviones y de aviación naval de ala fija embarcada no sólo permite a la Armada Española ocupar una posición prominente entre las marinas europeas, sino que además le proporciona una gama de capacidades que sólo están al alcance de apenas una decena de fuerzas navales. El Harrier, a pesar de sus limitaciones, es una excelente plataforma de apoyo aéreo cercano, y la integración del radar APG-65 y el misil AIM-120 AMRAAM le permite desempeñar un nada desdeñable papel en la defensa aérea de la fuerza.
Lamentablemente, el R-11 fue dado de baja sin un ‘bautismo de fuego’. Existieron varias oportunidades -Guerra del Golfo de 1991, Guerra de los Balcanes y Kosovo en los 90, Irak en 2003, Libia en 2011- pero nunca existió voluntad política. Sin duda, de haber entrado en acción, habría demostrado las posibilidades del que fue considerado el mejor de los ‘baby-carrier’ de su tiempo.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, la realidad es que ahora mismo España sólo dispone de una cubierta: el Juan Carlos I. Y no se trata de un portaaviones puro. El L-61 es un buque de asalto anfibio, que puede hacer un poco de todo, pero que carece de algunas de las características básicas de un verdadero portaaviones. La principal, tal vez, su escasa velocidad máxima, de apenas 21 nudos, que limita su capacidad para crear un viento relativo en cubierta que permita una mayor carga al despegue de los aviones o un sustancial ahorro de combustible al abandonar la cubierta.
En cualquier caso, este artículo no trata sobre las carencias del L-61, sino de la necesidad estratégica de una segunda cubierta. Ya durante la crisis del Sahara de 1975, bien por casualidad o por premeditación, Marruecos cogió a la Armada con la guardia baja, con el portaaeronaves Dédalo en mantenimiento, lo que negaba a España de su único vector aeronaval, que quizás habría sido capaz de cambiar el curso de los acontecimientos.
Y este es nuestro principal argumento para la defensa de una segunda cubierta. La necesidad de ‘redundancia’, de garantizar que cuando España lo requiera, la Armada podrá formar un grupo de combate alrededor de una de sus ‘cubiertas’ y proporcionar un decisivo vector aeronaval que incline la balanza de la victoria a nuestro lado, aún cuando la otra cubierta esté en mantenimiento.
Por otra parte, disponer de dos cubiertas operativas durante un conflicto de media o alta intensidad permitiría proporcionar ese vector aeronaval sin descuidar el aspecto anfibio de las operaciones, pudiendo dedicar un buque a cada misión, y además garantizaría los relevos en zona de operaciones en caso de que el conflicto se prolongase. Esto permitiría que, mientras una de las cubiertas permanece en zona, el otro pueda regresar a base, realizar las tan necesarias tareas logísticas y permitir a su dotación descansar para volver al escenario del conflicto con fuerzas renovadas.
Pero ¿qué plataforma necesitamos?. En los tiempos que corren, apostar por un portaaviones “puro” parece poco racional. Sin embargo, desde Fuerza Naval consideramos que en el diseño del Juan Carlos I, tal vez la parte anfibia tuvo más peso que la parte aeronaval. Por esta razón creemos que, si bien un segundo LHD es la opción más económica y coherente, este debe corregir los errores del primero de la serie, especialmente en lo que se refiere a planta propulsora, hangar de aeronaves y tanques de combustible y pañoles de munición para nuestro arma aérea.
Algunos nos tildaréis de locos, pero lo cierto es que la Armada ya plantea en su horizonte 2025, expuesto ante los medios a comienzos de 2014, la adquisición de un segundo LHD. ¿Lo verán nuestros ojos?.
Busca información sobre el proyecto sac-200 y el sac-220 de navantia, a mi me parece otra posible opción para este problema que tambien podría derivar en compras de otros países
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He realizado una respuesta a esta cuestión en la fase V de este informe . No obstante , ampliaré dicha respuesta , expresando la necesidad en el futuro ( 2030 / 2040 ) de tener no una segunda cubierta ; sino de una tercera representada por un verdadero portaaviones ctol con catapultas y cables de frenado con un nuevo aparato que podría salir de una posible versión naval del futuro fcas junto a Francia y que además serviría para un posible diseño compartido del propio buque junto a estos , para reducir los costos de la inversión ; siempre y cuando nuestros políticos de turno varíen de manera sustancial las partidas presupuestarias en Defensa y consigamos alcanzar ese 2% idealizado por todos integrantes de la OTAN .
Un portaaviones convencional, es muy caro y España ni tiene la tecnología, ni la capacidad para operarlos…
Es más…ni siquiera Gran Bretaña dispone de esos medios, ya que los portaaviones CATOBAR, son muy grandes, pesados y necesitan mucha tripulación, por lo que su operatividad y costes son no grandes…sino lo siguiente.
Por otro lado el F-35B supone un avance increíble respecto del Harrier y es capaz de enfrentarse a cualquier amenaza presente y futura del tipo que sea, por lo que la opción de los portaaviones STOVL, sigue siendo muy válida, pero eso sí…portaaviones, los buques anfibios, no sirven, aunque puedan tener cierta capacidad aérea, pero ésta. es muy limitada, por razones obvias.
Si os tildan de locos , imaginaros lo que pensarán de mi . Enhorabuena por los reportajes e informes realizados ; me parecen altamente clarificadores y realmente ” inteligentes ” .
Acabo de aterrizar en vuestra página y he leído este breve artículo, que trata principalmente de contar con una segunda cubierta de vuelo.
Sin embargo, creo que aunque os acercáis al problema, no acabáis de entenderlo, no necesitamos un segundo LHD, necesitamos un portaaviones y no, no es un problema la velocidad, ya que el Queen Elizabeth II, da una máxima de 26 nudos y sin embargo, no parece afectarle al rendimiento de los F-35B, más aún los America, en teoría buques anfibios y en la práctica portaaviones, no dan más de 20 nudos y sin embargo se han convertido en los cabezas de la defensa aérea del USMC, también con el F-35B.
Pero a lo que voy, un portaaviones es algo más que una pista en el mar, es en realidad una base aérea, algo que ningún LHD puede hacer, porque la mayor parte de sus instalaciones están ocupadas en el transporte y desembarco de tropas, dejando sus capacidades e instalaciones aéreas como algo secundario, como es lógico, es por eso que un segundo LHD no podría sustituir o complementar a un portaaviones, o lo que es lo mismo dos mitades nunca suman un entero.
Sin embargo se puede conseguir un portaaviones “baratito, aprovechando la plataforma del LHD tal y como han hecho los americanos partiendo de sus LHD clase Wasp para convertirlos en portaaviones, a base de suprimir sus capacidades anfibias, tales como el dique inundable, los garajes para vehículos pesados e incluso los alojamientos para tropas en instalaciones aéreas, como depósitos de combustible o pañoles de respetos y municiones.
Por tanto la solución sería dotar a la AE de un portaaviones que se uniera al LHD, de tal forma que siempre tengamos una plataforma aérea lista, más que nada para que no se paralice la actividad naval cuando o bien el portaaviones o bien el LHD entren en mantenimiento, puesto que ambos tienen capacidad aérea.
Esta es la solución adoptada por Italia con el Cavour como portaaviones y el Trieste como LHD e incluso debido a la enorme capacidad de los LHD disponer de dos dando de baja los dos LPD, pero siempre con un portaaviones.
Por último señalar que aún teniendo un portaaviones, no sería un problema el mantenimiento, puesto que Francia sólo tiene uno y se apaña, pero un LHD al no ser un portaaviones nunca podrá ser el centro de un grupo de combate, como se nos quiere hacer creer, aunque actualmente sea o se haga pasar por buque insignia.
Estoy completamente de acuerdo con los últimos comentarios. Siendo una panacea y un sueño, lo ideal sería construir un portaaviones “puro” basado en el juan carlos I, con su ala aerea embarcada de aviones vtol , con los f 35B sustituyendo a nuestros harriers, y si ya esta avanzada y madura la version de alerta temprana del avion V 22 Osprey, poder contrar con tres de ellos, dos para estar dispuestos en el momento y otro en reserva o mantenimiento, y otros 4 o 6 Ospreys que podrían servir tanto para reabastemiento en vuelo de nuestros cazas f 35 como para transporte de carga de y material de portaaviones a tierra o viceversa, evacuación de heridos, etc… El mismo tipo podría hacer las tres funciones con un pequeño cambio en los kits de utilización, La Usmc está terminando las pruebas y la cosa promete. El LHD Juan Carlos seguiría actuando como puro buque anfibio, aprovechando su cubierta para recibir 8 helicopteros de ataque y apoyo Viper a parte de los helicopteros de transporte de tropas, y pudiendo ser utilizado expcepcionalmente por contigencia como pseudo-portaaviones, complementado como buque anfibio con sólo un LPD Castilla, intentando vender su hermano gemelo o darlo de baja.
Si España no fue capaz de mantener en servicio un portaeronaves como el Príncipe de Asturias, mucho menos lo será de mantener un portaaviones, no solo por sus costes, sino porque la Armada Española nunca ha operado aviones de ala fija, por el contrario si que sería una buena opción un segundo LHD, pero con modificaciones, es decir doblando su tamaño y cambiando el sistema de propulsión (turbinas de diésel-gas), que generan energía eléctrica por uno o dos pequeños reactores nucleares, lo que le permitirían grandes desplazamientos en un conflicto bélico, sin preocupaciones de repostaje y le facultarían para portar las novísimas armas de energía (láseres), que en una decada van a estar operativas en un gran número de ejércitos y que requieren grandes cantidades de energía eléctrica.