TWEETPOLITICS, El nuevo orden mundial en 140 caracteres.

El arte de las ciencias políticas aplicadas a las Relaciones Internacionales ha guiado, en mayor o menor medida, las relaciones políticas, diplomáticas, comerciales y económicas entre los estados soberanos desde hace siglos. Esta ciencia humanística ha ido perfeccionándose a lo largo de los años fruto de las lecciones aprendidas sobre una base de aciertos y errores experimentados por aquellos que han ostentado la representación de su pueblo ante otros, es decir, el Cuerpo Diplomático.

El Cuerpo Diplomático es el conjunto de personas que tiene encomendada
de modo regular la representación del Estado y la protección de los nacionales en el exterior, ejecutando la política internacional determinada por las instancias a las que corresponda. Las funciones básicas de un diplomático son la representación del Estado al que pertenece, la negociación y la gestión de la información bajo la planificación, dirección y supervisión del Ministerio o Departamento de Exteriores del que depende.

En las Relaciones Internacionales existe un modo de proceder, pues el contenido es tan importante como el continente. No solo las herramientas políticas, comerciales, militares o económicas puestas a disposición de los diferentes interlocutores guían las negociaciones bilaterales o multilaterales. Los tiempos, los formatos, las formas y los medios por los que se comunican las decisiones pueden tener múltiples significados dependiendo de cómo se combinen.

Así pues, las Cumbres, las visitas de estado a diferentes niveles, los comunicados oficiales, los medios de comunicación que se seleccionan para cubrir la noticia y un largo etcétera de herramientas, técnicas y procedimientos tienen como objetivo guiar las negociaciones internacionales entre los estados sin erosionar el honor y la dignidad de sus pueblos.

Un mal acuerdo puede ser renegociado sin mucha complejidad, mientras que el odio engendrado entre los ciudadanos es un sentimiento duradero de difícil solución. Las Relaciones Internacionales se centran en trabajar el primero mientras evitan el segundo de estos puntos.

Y así ha sido durante siglos hasta la irrupción de Donald J. Trump. Un hecho que resulta de suma importancia al tratarse de la potencia hegemónica mundial.

Donald J. Trump no es un hombre de estado, sino un empresario y de los duros. Y como tal, no ha dejado de dar muestras de su estilo negociador durante sus primeros días de mandato al frente del ejecutivo estadounidense. Un “negotiator”, como lo definía días atrás el también empresario mexicano Carlos Slim.

Con los principales medios de comunicación social (MCS) tradicionales en contra, Donald J. Trump eligió las redes sociales como herramienta comunicativa. Y así, desde el comienzo de su andadura política, su polémica cuenta de Twitter ha conseguido convertirse en una auténtica caja de truenos aupándole, primero, a la candidatura de la bancada republicana y más tarde a la Casa Blanca.  Y es que para un genio de la comunicación como el Presidente Trump, 140 caracteres son una auténtica novela.

A golpe de tweet se ha ganado a su electorado, ha desautorizado a sus contrincantes republicanos, ha atacado a Hillary Clinton, ha deslegitimizado a los medios de comunicación social tradicionales, ha amenazado a estados soberanos, ha repartido “recomendaciones” a los líderes mundiales y así un largo etcétera de ejemplos. Entre sus conocidas técnicas “negociadoras” éste ha utilizado un tono duro, y un estilo soez y muy alejado de los estándares que estamos acostumbrados a ver en las Relaciones Internacionales.

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Donald J.Trump dice lo que le pasa por la cabeza tal y como lo siente, y lo dice públicamente en tiempo real. Si bien esta forma de actuar improvisada, temperamental y chabacana puede servir en política nacional, no así en política internacional.

Atrás han quedado ya las ruedas de prensa, los comunicados oficiales, las cumbres internacionales, las visitas de estado, las reuniones en la sede de Naciones Unidas, y un largo etcétera de medios y formatos en los que EEUU ha dado forma al orden mundial desde el final de la II Guerra Mundial. La decisión de elegir uno u otro medio de comunicación, el foro de Naciones Unidas o la Cumbre del G-20, o la elección de portavoces, por poner algunos ejemplos, han dado paso al tweet. Una red social con la que maneja la política nacional e internacional con 140 caracteres. Se dice que los brókeres de Wall Street ya no miran los índices bursátiles, el RSI o las bandas de bollinger. Ahora están pendientes del siguiente Tweet del Presidente Trump. Y es que cada tweet de Donald J. Trump cae como una bomba en los mercados bursátiles. Si defenestra al avión de última generación F-35, las acciones de Lockheed Martin caen. Si desaprueba el Acuerdo de París sobre el cambio climático las acciones de las petroleras norteamericanas suben, y así suma y sigue.

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Así pues, Twitter se ha convertido en el principal medio de comunicación del nuevo inquilino de la Casa Blanca, y en una poderosa herramienta política, diplomática y económica que puede acarrear unas gravísimas consecuencias si no se emplea correctamente. Y es que la utilización que hace el Presidente de su cuenta particular de Twitter conlleva una serie de riesgos que pueden poner el peligro la paz y estabilidad mundial. Éstos son algunos de ellos:

  • La improvisación. Es la peor consejera en un escenario, el de las relaciones internacionales, en el que la información se ha estudiado y preparado al detalle tanto en contenido como en continente. Los miles de profesionales expresamente formados que se dedican a ello tienen en cuenta todos los aspectos que pueden afectar al objetivo final. Las diferencias culturales entre las sociedades requieren que haya un estándar de comunicación en el que se trate de eliminar cualquier posible elemento subjetivo que pueda erosionar un acuerdo internacional. Así pues, los tweets incendiarios del nuevo inquilino del despacho oval no hacen más que agitar a las masas sin una estrategia clara a largo plazo, engendrando un rechazo uniforme de la comunidad internacional contra la sociedad estadounidense.
  • La deslegitimación del Cuerpo Diplomático. La interrupción del Presidente Trump en las relaciones internacionales ocasionan una deslegitimación de todo el personal al servicio de la política exterior de EEUU. Sin unas líneas maestras claramente definidas, y con una constante interferencia en sus atribuciones, los miembros del cuerpo diplomático de EEUU en el exterior no pueden desarrollar sus cometidos con rigor y eficacia, por lo que la presencia de EEUU en la escena internacional corre el riesgo de diluirse progresivamente a golpe de tweet.
  • La incertidumbre y la falta de credibilidad de una cuenta particular de Twitter son otro riesgo derivado de esta nueva práctica. Acostumbrados a los comunicados oficiales en la que una vez acreditada comunicaba una decisión o aportaba información previamente analizada y consensuada que conllevaba una acción, el uso de twitter nos impide ver con claridad quién está realmente detrás de este comunicado, y qué nivel de certeza y compromiso existe con la información publicada.

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  • La grave brecha de seguridad que puede provocar el hackeo de la cuenta oficial de Twitter del Presidente Trump debe ser quizás el elemento más importante a tener en cuenta. En un mundo interconectado en el que la información publicada en Twitter se presenta en tiempo real en todos los puntos del planeta y está al alcance de toda la sociedad, el hackeo de la cuenta particular del Presidente Trump puede poner en peligro la vida de miles de personas, y la paz y estabilidad mundial. ¿Se imaginan las graves consecuencias que tendrían en el mundo musulmán una mofa sobre Allah o su profeta perpetrada por hackers a través de la cuenta particular de Donald J. Trump? La indignación y reacción de la comunidad musulmana se haría patente en cuestión de minutos orquestando graves altercados y atentados contra occidente.
  • La incertidumbre en los mercados bursátiles. Es un efecto que estamos viendo últimamente cada vez que Trump tuitea una crítica o un elogio. Si bien sus desaires y su tono belicista hacen subir las acciones de las empresas del complejo industrial militar, sus críticas al programa F-35 hunden las de la compañía Lockheed Martin. O su respaldo a las energías fósiles en detrimento de las renovables que sacuden el parqué nacional e internacional. Y como por todos es sabido, la incertidumbre en el mercado bursátil no es      buena para nadie excepto para los tiburones de Wall Street, aquellos a los que vilipendiaba durante su campaña pero con los que ha cambiado su tono al llegar al oval, y como muestra de ello su reciente coqueteo con el núcleo duro de Goldman Sachs y la orden presidencial que reduce la regulación financiera, comúnmente conocida como Ley “Dodd-Frank”, iniciada por Barack Obama como respuesta a la crisis financiera de 2008 y la caída de Lehman Brothers.
  • Las reacciones de la Comunidad Internacional. Es, sin lugar a duda, la mayor de las preocupaciones. ¿Se imaginan la respuesta de la comunidad latinoamericana a los exabruptos realizados públicamente por el presidente Trump casi a diario? ¿o la reacción del mundo musulmán al compararlos con el demonio? La posición en la que sitúa a los líderes internacionales ante la presión de sus propios votantes puede originar nuevas alianzas o el fin del algunas viejas. La retórica utilizada en las duras negociaciones comerciales en el entorno de la empresa privada a las que está acostumbrado Donald J. Trump no es la misma que la que utiliza el servicio de exteriores del DoS de los EEUU. Un “farol” utilizado en 140 caracteres puede herir gravemente la sensibilidad, el orgullo y dignidad de una comunidad o una nación en la escena internacional.

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¿Se imaginan la postura de la PLAN (People´s Liberation Army Navy) de China ante un tweet del Comandante en Jefe de la US NAvy dando un ultimátum a la presencia de buques de guerra chino en aguas jurisdiccionales de las islas Senkaku? En cualquier momento puede haber un malentendido que lleve a un enfrentamiento militar armado con terribles consecuencias.

Como hemos visto, no cabe duda de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca está dando un giro radical en las relaciones internacionales de EEUU y en los términos en que éstas se llevan a cabo.

Su fuerte apuesta por las Redes Sociales le ha permitido ganar unas elecciones para las que no era, ni de lejos, favorito. No obstante, su estilo negociador que bien le ha servido la victoria en las elecciones a la presidencia de EEUU nada tiene que ver con el estilo que se utiliza en las Relaciones Internacionales.

El uso de las cuentas oficiales de Twitter por parte de las instituciones gubernamentales norteamericanas nacieron con la intención de acercar a la élite política al pueblo, de humanizar la relación entre ambos. El hecho de utilizar estas plataformas digitales como herramientas políticas, sociales, diplomáticas, económicas o comerciales conlleva una serie de riesgos innecesarios con graves consecuencias. Un medio en el que no hay ninguna línea ética, como sí ocurre en los MCS tradicionales, ni se tiene el control sobre la información que se publica. En el que no está regulado el uso de cuentas privadas con fines públicos. En el que no se tienen en cuenta los procedimientos consuetudinarios establecidos a lo largo de la existencia de las relaciones entre estados, entre otros, pueden dañar el orden mundial establecido hasta la fecha y crear un clima de inseguridad y falta de liderazgo con terribles consecuencias.

Esperemos que la cordura y el buen hacer regresen pronto al despacho oval, pues en un mundo globalizado e interconectado sus errores son también los nuestros. Así como las consecuencias de éstos.